El otoño trae los Sombreros de moda.
Estoy sumamente fastidiada y enfadada. Al mismo
tiempo, no dejo de sentirme aliviada.
La moda es algo
extraño.
Cuando la prenda en cuestión no está de tendencia,
pero tú decides llevarla contra viento y marea, puedes ser considerada una innovadora
visionaria, o, un esperpento al que escupir miradas llenas de críticas.
Pero, si por azares no tan azarosos de la moda, finalmente
esa prenda se llega a llevar, dejas de ser original, para convertirte en una
más, pero por otro lado, te libras de
miradas asesinas, y obtienes algo más de tranquilidad.
No se bien que prefiero.
Y, esto es lo que ha sucedido este otoño, con los
sombreros.
Los he llevado toda mi vida. Gorro de lana para el frio, gorros estilo ruso para cuando hacía
más que frío, pamelas en las bodas, tocados en las comuniones, sombreros de
paja en la playa, gorras americanas tipo beisbol para las excursiones, sombreros, borsalinos, etc.…
han formado siempre parte de mi armario. Como complemento o como algo
necesario, nunca me han intimidado las personas que catalogaban el llevar sombrero como una excentricidad, y que así me lo hacían saber de una forma u otra,
cuando sospecho que en realidad, lo que deseaban ellas también, era poder tener
el valor de llevarlos.
Considero, y siempre lo he considerado que el
sombrero es un accesorio muy favorecedor, que ofrece a los looks un
contrapunto, un toque de color, una imagen renovada y fresca. Y, por supuesto
creo firmemente que son muy útiles, porque si no fuese así, yo, la chica más práctica
del mundo nunca los hubiese llevado.
Este otoño, resulta que no hay fashion victims que
no se precie de llevarlos. Lo que me fastidia es que ahora todas salen en su
defesa pareciendo que antes no los
usaban por algún misteriosos motivo… ¿tal vez no había en las tiendas, los
secuestraron los extraterrestres, promesas al santo de turno, les producían
dolor de cabeza? A saber. El caso es que de no verse un sombrero en la calle
hemos pasado a considerarlo el objeto de moda, más deseado y
alabado del otoño, otorgando a las que se atreven a llevarlo un look chic del
que ya no pueden prescindir.
Sus defensores, dicen que además de que protegen
del frio(es extraño que no lo hubiesen notado antes), elevan cualquier look y otorgan
cierto aire bohemio.
Los colores que empapan estos accesorios, son los
típicos de otoño; negro, marrón y mi adorado burdeos que considero es perfecto
para pieles pálidas como la mía, y que casi, casi, consigue que el maquillaje
sea prescindible.
Solo hay que tener en cuenta algunos truquillos
para que no parezca que vas disfrazada. El primero es huir de los colores
chillones o estampados exagerados. El segundo adaptar el sombrero a tu cabeza y,
también el ancho del ala que no supere el ancho de hombros.
Así que ahora, las que rescaten el sombrero del baúl
de los recuerdos y argumenten que siempre
lo han querido usar, pero que … a saber la escusa que se inventa, se van a encontrar
con una de mis soslayadas miradas de sospecha.
En fin, mirémoslo por el lado positivo.; he dejado
de ser tan rara.
Aunque nunca me importase serlo.
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