Deja que las Cosas, Acaben

Deja que las cosas se acaben

Mi padre por cuenta propia, decidió que esta policromía mía, inacabada era lo suficientemente bonita para ser enmarcada y colocada en un lugar preferente de mi casa. No se lo discutí, porque no le podía quitar la razón.

Siempre he abogado por intentarlo, por persistir en el empeño, por no permitir que algo no suceda por culpa del  orgullo,  la soberbia, o por no hacer caso al corazón .
Pero  de los mayores problemas que tenía en la facultad, era que nuca daba por acabado un trabajo. Las esculturas brillaban de pulidas, las pinturas se caían del peso, los moldes los tocaba, hasta que el poro se cerraba, y finalmente, la obra no contaba más que una historia de habilidad, esfuerzo y horas de trabajo.

En la vida, muchos mantenemos esta  misma actitud. La de no dejar que las cosas se acaben, la de no dejar marchar, la de no podar, la de no permitir que algo tenga un final, o aceptar que alguien desee abandonar.
Como resultado de este empeño, de este enorme esfuerzo, las personas se quedan de mentira, las cosas se acaban a la fuerza, nos rodeamos  de gente que no nos buscan  y nada en realidad, es de verdad, espontaneo y alegre.

No digo que haya que renunciar si las cosas se ponen difíciles, no digo que no haya trabajos que requieran de tiempo, mimo y paciencia, pero hay que saber cuando son imposibles.

Me enseñaron que había que preparar el lienzo lo mejor posible, para que la pintura pudiese mostrar  todo su potencial, pero nadie me enseño,  que pintar sobre un tablero en crudo, además de ser toda una experiencia, aporta al dibujo, la vida de la veta.
Tampoco me enseñaron que no estamos preparados, para comprender que los mejores momentos de la vida, van sucediendo cuando ya no esperamos que ocurran, y por tanto inventamos intervenir forzando al destino, que lejos de hacernos caso, hace lo que le viene en gana.

Tenemos  un miedo gigantesco a perder a las personas que amamos, las perdonamos una y otra vez, tan solo para evitar su marcha, sin darnos cuenta de que finalmente, dejan de  respetarnos y valorarnos. Tendríamos que pararnos a pensar si esas mismas personas, sienten ese mismo miedo a perdernos a nosotros. Si podrían perdonarnos como las perdonamos. Habría que entender y aceptar  el hecho de que algunas personas entran en tu vida tan solo como una felicidad temporal.

Sabemos que hay que dejar ir, que hay que dejar crecer, y cerrar puertas.
Lo que no puede parecer inacabado, no lo está y en realidad, ha acabado hace ya tiempo.

Aprende que hay cosas que son para toda la vida, amores que nunca se olvidan, amigos que llegado el momento se olvidan de todo, y amores que es mejor olvidar. No des de comer  al que no tiene hambre, no le insistas al  indiferente, ni quieras al que no te quiere. No deberíamos entrar en  un corazón nuevo, llevando trozos de otro…
No vayas buscando el rechazo.


Y por último, No te arrepientas de haber luchado por algo o por alguien,  pero procura no arrepentirte de haberlo intentado demasiadas veces. 













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